26/05/2024

Identidad 2 (27/06/2006)

 Nuestra naturaleza, la naturaleza humana y sus características es algo que ha preocupado al ser humano desde antiguo.

¿Es el hombre cuna de bondad por naturaleza o, por el contrario, es cuna de maldad? ¿Es el hombre un animal que se deja controlar por sus pasiones o lleva el control sobre ellas?

Para responder a estas preguntas han existido diversos pensamientos que, respectivamente, han dado diversas respuestas.

Repasando estos pensamientos encontramos los que afirman que la naturaleza humana es malvada, los que opinan que es bondad, y una vía media que comparto. Esta vía consiste en pensar que el ser humano no tiene una naturaleza innata, su naturaleza se desarrolla a la par que el sujeto va creciendo.

El hombre vive y convive, y estas actividades naturales son las que desarrollan su naturaleza. Hay una educación, una familia; resumiendo, un entorno sociocultural que influye notablemente en lo que el sujeto va a llegar a ser como persona, es decir, que influye en el desarrollo de la naturaleza del ser humano.

“Existir es crear tu propia existencia”, afirma Jean Paul Sastre, es lo mismo, a mi entender, que decir que el hombre crea su propia naturaleza; a su vez es lo mismo que darle la razón al pensador madrileño: “Yo soy yo, y mi circunstancia”.

“Repasar estas ideas es por causa de querer expresar la idea de que el hombre, cada hombre a pesar  de pertenecer  a la misma familia puede presumir de ser diferente. Pero… a pesar  de esta obvia observación del empeño actual más profundamente arraigado en la sociedad es el hacer  comprender a la masa bruta que todos somos iguales.

Iguales ante la ley, iguales ante los ojos de Dios, iguales en forma y materia,… IGUALES. Pero por naturaleza somos diferentes, y que conste que no me refiero a naturaleza biológica, y las naturalezas diferentes tienden a enfrentarse (pensemos en los elementos naturales: agua-fuego, fuego-aire, etc.), y a su vez es este enfrentamiento el que mantiene el curso del universo. No por esto quiero decir que se pueden justificar las guerras y demás enfrentamientos humanos.

Es importante que la humanidad conserve sus diferencias, siempre dentro de conservar sus igualdades. Pero… ¿por qué es tan complicada la naturaleza humana?, ¿es realidad que existe una naturaleza humana?, o lo que es lo mismo, ¿tiene el hombre realmente naturaleza?

Considero la naturaleza como un “venir de”, no creo que el hombre tenga una naturaleza como “origen de”. Más bien el hombre lo que tiene es un camino en construcción, una existencia en crecimiento. Hablo aquí no como el ser animal hombre, sino como el ser persona-humana que desarrolla su vivir en las diferentes etapas que su vida atraviesa.

Siendo como somos, el hombre es el animal más fuerte no por ser  el más inteligente, sino por tener una capacidad intelectual que otros animales no ha podido desarrollar: imaginación e imitación.

El ser humano no ha hecho más que imitar lo que ya existía con “precedencia” a él mimo. Imita a los pájaros, imita a los peces, a las abejas, a las hormigas,… (Léanse sino las fábulas de Esopo, Samaniego o Iriarte, u obras como La fábula de las abejas de Mandeville). 

El ser humano siempre ha suspirado por poder hacer de todo, por tener todo lo que se le antojase a mano, por ser más, por llegar más lejos, por demostrar que es superior. Pero, ¿demostrar a quién?, ¿a las arañas, a los perros, a los chinches,… quizás a otros seres humanos?

Lo único que nunca hemos intentado copiar es el esfuerzo común de las hormigas, la fidelidad del pingüino, la solidaridad de las aves, la paciencia del elefante,…

Nos hemos empeñado siempre en ver la cara más animal de la animalidad… Sólo la visión de Disney (pese a las cosas criticables que muestra) sobre el ser humano y el animal nos ha devuelto a la realidad (la madre de Bambi muere por culpa de los humanos, Tarzán es más feliz entre los monos que entre los bípedos pensantes que lo encuentran, los colonos asesinaban a los nativo en Pocahontas… y que contar de esas historias donde son los animales los que ayudan a los humanos porque estos son incapaces de ayudarse entre sí).

Si a alguien le parece que me he desviado del tema principal que se planteaba que no lo crea así, en realidad, lo único que he hecho es repasar una serie de ideas un poco (bastante) desordenadas con respecto a la duda sobre la naturaleza del ser humano.

Concluyendo, después de toda esta verborrea de palabras “mix” sin orden, sólo  queda volver a subrayar que no hay naturaleza-cuna con la que se nace; no hay más que una naturaleza en nosotros que la que nosotros mismos queremos tener,…

Aunque tendremos que ver todo lo que en ella influye de fuentes exteriores a nosotros. Y que no siempre somos nosotros mismos los que elegimos el final de nuestro desarrollo, y que es la sociedad la que nos obliga a coger un camino… Pero siempre está el negarse a seguir el mismo camino que todos llevan, siempre queda ser el bicho raro del rebaño, en definitiva, sólo queda el ser lo que verdaderamente se quiera ser sin miedo a serlo. 

PORQUE AL FINAL SÓLO NOS QUEDA LO QUE SOMOS: “NOSOTROS MISMOS”.


Identidad_1 (27/06/2006)

No sé cuando se me ocurrió la idea de nacer. Ni tan siquiera recuerdo el motivo de porqué decidí dejarme atrapar por la vida. Sólo sé que ahora, ya aquí, nada puedo hacer en contra. 

No me parece justo acabar la historia a medias, a pesar de no haber elegido estar aquí, no sería de humana corrección abandonar en mitad del partido. Hay que llegar al final.

Cuando llegué todo parecía natural y tenía un orden lógico. Nada más llegar sabía como respirar, como reaccionar, todo estaba en su sitio; fue después cuando perdí la forma y la naturaleza, cuando olvidé quién era y por qué estaba aquí. Fue entonces cuando todo empezó a hacerse extraño y ajeno. Nada me pertenecía. Todo paso a ser otro, un no-yo al que no encontraba sentido… 

Pero quizás esto no tenga sentido hasta que no llegue el momento mismo de la muerte y podamos ver todo tal y como ha quedado una vez ha sido el trabajo acabado hasta ese mismo momento; al igual que no ves todas las paredes de su color en un cubo de Rubick hasta que cada pieza está en su sitio, o que no puedas ver a película completa hasta que no se han montado los fotogramas.

Sólo entonces, quizás, pueda ver cual ha sido mi vida.

Decía un filósofo escocés que lo que somos es tan sólo la sucesión de imágenes que almacenamos en nosotros, una suma de imágenes que se quedan impresas en nuestra mente y que toman una forma determinada. Añade a esto el concepto de memoria y nos encontraremos, claramente, cara a cara con lo que somos. Con lo que somos y con lo que hacemos para ser lo que somos. De alguna manera somos lo que hacemos, o… de otra manera, lo que hacemos nos define; como también nos define aquello que no hacemos.

Nos define la elección, en el caso que fuese real que elegimos… Porque quizás no sea real la libertad de elección de la que tanto presumimos.

Elección es una bonita palabra, pero empiezo a pensar que es poco compatible con la vida, al igual que lo es que un río salte un muro, a menos que la lluvia lo ayude multiplicando sus aguas y sea capaz de ser más grande que el muro que interrumpe su fluir natural hacia el mar, o que se haga lo suficientemente pequeño para colarse por los agujeros en la piedra como nosotros algunas veces nos colamos por los agujeros de la vida hacia el mar.

No recuerdo el día en el que decidí estar aquí, pero a veces parece que han pasado mil años y entonces me encuentro cansada; mil años son muchos para seguir aquí. 

Aunque Nietzsche dijese que tenemos que echarnos nuestras vidas al hombro, y portarlas, y recocerlas con orgullo no quita que Sísifo baje todos los días la montaña con el dolor de espalda que le dejo subirla a la cima el día anterior.

Es verdad que quiero ser como una niña pequeña y ¡vivir!, pero mis jorobas de camello aún pesan demasiado, tanto, que me veo muy lejos de ser el león.

Casi preferiría ser Prometeo, es más fácil esperar día a día que un pajarraco cualquiera llegue para roerte el hígado mientras tienes las manos atadas a una pared, ¿o no? 

Nunca me quedó claro cual de los dos titanes tiene el porvenir más negro…. Tonterías. 

Creo que para disgusto de mi griego amigo vivían mejor los ciegos en su caverna, lejos de la  verdad, lejos de todo lo que pudiera mostrarles la realidad, porqué ¿quién quiere ver la realidad? Conocer es motivo de infelicidad. Conocer es ser conscientes de poder seguir aprendiendo, de seguir sabiendo lo que no sabes… Es ser conscientes  y la consciencia es el acto de dolor más grande de la existencia.

Porque para ser consciente del existir tienes que dolerte. 

La felicidad es una nube que oculta la realidad.


Grito (15/01/2001)

No quiero ser como un lirio del campo. Estoy casi segura que si lo intentara Él dejaría que me secara al borde del camino.

Me siento abandonada, ¿en qué me he equivocado? ¿En qué parte del camino me perdí? Me encuentro en una isla, mire donde mire sólo hay agua, sé nadar, pero no puedo salir de allí, no tengo ganas, ni me atrevo a mojarme.

¿En qué momento me abandonaste? ¿En qué momento me abandone? ¿En qué momento la cobardía decidió ser parte de mí? ¿En qué momento deje de sonreír? ¿En qué momento las nubes cubrieron mi cabeza e impidieron que los rayos del sol me tocasen?

¿Dónde estás?

Bien sabes que lo intento, pero no me encuentro. Bien sabes que me busco, pero no te encuentro.

¿Qué hago aquí? ¿Cuál es mi misión?  ¿Quién me seguirá? ¿Quién me recordará?

Estoy perdida. No sé dónde encontrarte. No sé dónde encontrarme.


No puedo con esta carga, pero es mi carga y tengo que soportarla. No puedo con la vida, pero esta es mi vida y tengo que vivirla. No soporto los sueños, pero son mis sueños y me gustaría hacerlos realidad.


Las piedras son una constante en mi camino, como me gustaría entrar en un sendero llano, sin piedras, sin recodos, sin sombras, sin árboles tapando el horizonte. Las piedras… malditas piedras. Rocas… malditas la roca que obliga a Sísifo a subir cada día la montaña porque Newton enunció que todo cuerpo que asciende cae.  Maldito Newton que jugó al parchís con Zeus y decidió el castigo del titán sin pensar en lo que ello traería como consecuencia para el ser humano.


Toda la eternidad subir un peldaño para bajar dos, no tiene sentido. La eternidad no tiene sentido. Nada tiene sentido. ¿Qué es el sentido?


El viento. El viento me susurra al oído tu nombre. Miro por la ventana y sonríe porque sabe lo que espero.


Una estrella se ha perdido. Quiso ser sol y no comprendió a tiempo que su luz se extinguía cuando tú por fin la veías, sin embargo, ella se sentía tan viva… que no comprendía. La luz… cada vez que una estrella se pierde muere un poco de luz.


¿Por qué sigue girando la tierra? Está ciega. No ve que su movimiento no le conduce a ningún sitio. Que pare. Que se detenga. Que se congele el tiempo  y que impida el sufrimiento. Que impida la estupidez.

Mi sufrir es estúpido porque no sé porque sufro. O quizás es estúpido porque sé porqué sufro y no encuentro el medio de darle solución. O quizás es estúpido porque sé porqué sufro y sé como solucionarlo pero no lo hago. Pero… y si lo sé, ¿por qué  no lo hago? Cobardía,… ¿te dice algo esa palabra?


Esa es mi piedra. Esa es mi constante. Ella es el águila que noche tras noche me devora el hígado mientras yo sigo encadenada a mi vida.


¿Por qué no me dejaste disfrutar del fuego? ¿Por qué me lo arrebataste? ¿Por qué abriste la caja y dejaste en su fondo el fuego y la esperanza? ¿Por qué no expulsaste a Pandora cuando viste que cogió la llave que escondí bajo mi almohada? ¿Por qué dejaste que Poros y Penia abandonasen la caja y engendraran al ciego y alado Eros?


¿Dónde estás?

¿Por qué hacemos lo que hacemos? ¿Por qué no oyes mis gritos? ¿Por qué no oyes los gritos de los demás? 

¿Dónde estás?






25/05/2024

La salamanquesa (16/07/2022)

 -Toc, toc.

Miro a mi alrededor y me pregunto de dónde viene ese golpeteo.

- Toc, toc... toc, toc... ¡Eh, en la ventana, por favor! 

- ¡Ah, hola! ¿Qué quieres? - ¿Me dejaría entrar en su cocina? Parece cálida y aquí fuera empieza a hacer frío y, además, llueve. Y no me gustan ni la lluvia ni el frío

- No me gustan mucho las lagartijas.

- Señora, no soy una lagartija. Soy una salamanquesa o gecko de pared, si le parece mejor.

- ¡Uy, perdón! Pero no sé mucho de reptiles. Sólo sé que sois de sangre fría, que coméis insectos y que en invierno soléis hibernar.

- Exacto. Necesitamos calor y, volviendo al tema, su cocina parece un buen sitio para pasar el invierno. ¿Me dejaría quedarme por ahí?

- Ummm, no sé.

- No soy ruidosa y no molesto. Me quedaré en esa esquinita dónde da el sol. Además, aquí siempre huele bien.

- Es que... ¡uf... eres un reptil!

- Sí, ¿y? Tú eres una humana. Dejamos las obviedades para otro momento.

- No sé.

- Venga, por favor. Me como tus cucarachas. Vas a ahorrar en insecticidas. Y prometo no ir a tu habitación

- Está bien. Entra. Pero te quedas sólo hasta que vuelva el calorcete. Me gusta vivir sola.

- No te preocupes, en cuanto vuelva el sol no seré yo quien quiera vivir entre cuatro paredes.



Diálogo con gato existencialista (20/04/2017)

 - Hola, humana.

- Hola, gato.

- ¿Qué haces?

- Tender la ropa para que se seque.

- ¿Ropa? - pregunta mientras me mira extrañado.

- Sí, la piel artificial que nosotros nos ponemos para cubrirnos la piel de verdad - le explico.

- Mira que sois raros los humanos, con lo bien que se está así con el pelo al aire.

- Ya... pero hace miles de años que nosotros nos cubrimos para proteger la piel porque ya casi no nos quedan pelos. - ¿Sabes, humana? Sois una especie rara... rara, rara. Os cubrís, os encerráis en vuestras casas, os rodeáis de trastos y al final siempre estáis deseando libertad y naturaleza, respirar aire puro y aprender cosas que ya sabíais pero que habíais olvidado por el camino al crecer - ronronéa enfadado.

- Bueno... cada especie evoluciona diferente, ¿no te parece? - ¿A eso lo llamáis evolucionar?... Ya... - y voltea la cabeza pensativo - evolucionar... no tenéis ni idea - sentenció.



Dana, la conquistadora (18/07/2022)

 Hola, me llamo Dana y me gustan los gatos.

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Sí, sí, los gatos. Esos animalitos tan monos e independientes. Es oír un maullido y me vuelvo loca. Tengo un amiguete en mi barrio que siempre está en su ventana y cuando paso nos saludamos.


Mi humana se cansa de mí y mis exigencias gatunas porque un trayecto de 20 minutos, como el que hay entre su casa y la de su hermana, se convierte en un largo calvario de paradas para ver gatitos. Y, a veces, la engaño, le aviso de que me hago pipí para que me saque a la calle y una vez en la calle, ¡a buscar gatitos! Pero es que son tan monos.


Creo que si me lanzo un día a conquistar el mundo, lo haré con un ejército de gatitos.
¿Os imagináis? Qué imagen más bonita.

Una tarde mi humana quedó con su hermana y con unos amigos en la Alameda, para tomar algo, sentados alrededor de una mesa.

Los humanos tienen extrañas costumbres.

Mi hermana Scully, una podenca más tonta que un zapato, y un bichón habanero llamado Mojito se tiraron al suelo pero yo me subí a la silla de mi humana.

- ¡Qué bien se ve todo desde aquí!

- ¡Baja de la silla, Dana! - me ordenó la hermana de mi humana.
-¿Por qué? Desde aquí tengo mejor vista de todo y puedo curiosear. Tú siempre dices a todo el mundo que para ser filósofa como tú hay que ser curiosa y yo quiero ser filósofa.
- Pero los perros no filosofan, Dana.
- Qué sabrás tú, humana -le digo, con la mirada cargada de desprecio y curiosidad a partes iguales-. No sabéis nada de nosotros. Vosotros, los humanos, sólo tenéis intuiciones y te recuerdo que una intuición no es una verdad.

- Tienes razón -admitió- tienes razón. Pero reconoce que ese no es tu sitio.
- ¿Y quién delimita cuál es mi sitio? ¿El suelo, junto a Mojito y a Scully, como el resto de los animales doblegados por vosotros? Si ellos no comprenden, no es mi problema. Yo pico más alto. Yo dominaré el mundo, con un ejército de gatitos, y lo haré sin que os percatéis de ello.
- Vaya... estás muy segura de eso. - susurró la terca humana.

- Sólo tú te has dado cuenta de mis intenciones... Mi humana, mi mamá humana, me deja hacer lo que quiero y me cuida... Así me voy haciendo fuerte.
- Pero yo puedo frustrar tus planes, Dana. Puedo mostrar al mundo la clase de mente malvada que eres y entonces...
- ¿Y entonces qué? ¿Cómo vas a mostrar al mundo nada? ¿Quién te iba a creer? ¿Quién cree en estos tiempos a los filósofos? -volví a mirarla con mezcla de curiosidad y desprecio (¡humanos!)- Dominaré todo... ya lo verás.

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Hola, me llamo Dana, me gustan los gatos y un día de estos, no muy lejano, conquistaré el mundo.



Scully, la podenca del buen vivir (05/05/2019)

Hola, soy Scully, la hermana de Dana. Yo paso de conquistar el mundo y paso de los gatos.

En verdad paso de todo, excepto de la buena comida, del aire acondicionado y de los coches.
Me encanta subirme a un coche y viajar, bueno, no me hace falta viajar, me gusta subirme a los coches y ya. Me gusta estar fresquita y comer, comer mucho, comer todo... hasta he aprendido a abrir los cubos de basura de casa, aunque ya no necesite rebuscar en ellos para sobrevivir hay costumbres que son difíciles de abandonar.
Cuando vivía en la calle estaba muy flaquita y ahora me llaman "gorda pelirroja" pero yo me veo ideal.
Dicen de mi que soy algo pesada porque me gusta ladrar. A ver, hay humanos que se tiran horas hablando y otros hasta cantan, pues yo ladro, ¡es lo que hay!
🐕
Mientras mi hermana sueña con conquistar el mundo con un ejército de gatitos, yo he optado por tumbarme a verlas pasar mientras me cuidan.
🐕
¡Pa' que luego digan que la lista es ella!


Scully, pasando de todo y de todos


Sumergida (18/05/2008)

 Sólo hay agua a tu alrededor, sólo agua.

No respiras, sueltas el aire poco a poco, intentando que los pulmones aguanten lo suficiente para serpentear los metros que te separan de tu destino. Miras hacia abajo… agua, miras hacia arriba… agua, mires donde mires sólo puedes ver agua.

Sin embargo, y de forma extraña, no estás agobiada, es como si estuvieras haciendo lago para lo que has nacido… No te asustas. Es tu medio. ¡Ojalá no hubiera que salir!

En la tranquilidad azul no hay prisas, no hay ruidos, no hay trabajo,… Sólo control absoluto de todo… tus movimientos, tu cuerpo, tu respiración, tú.

Los movimientos son más fáciles, no pesas, al menos, no tanto. Eres veloz, conoces el agua y ella te conoce a ti, os lleváis bien. Ella sabe que la respetas, que en cualquier momento podría más que tú… sólo tiene que envolverte y conducirte a su profundidad. Sólo tienes que escuchar el canto de las Sirenas para saber que nunca podrías volver a ver el sol, y que tu eternidad la pasaras acompañando a los valerosos Ulises que no fueron capaces de dejarse atar al mástil.

Es una pena tener que nadar durante todo el año en una piscina… Inconvenientes de vivir en una ciudad de secano… Creo que en alguna de mis otras vidas fui pez… No me gusta estar lejos del mar.




La gaviota coqueta (10/08/21)

 - Tú, la de la cámara.

- ¿Yo?

- Sí, sí, tú. ¡No puedes hacerme fotos de cualquier manera! Tienes que pillarme el perfil bueno.

- Perdón, no sabía que tenías un perfil bueno.

- Pero bueno, ¿qué clase de fotógrafa eres si no sacas la mejor cara de tu modelo? Espera... me voy poniendo... así mirando dirección al Baluarte, así es como queda mejor... ¿Ves?

- Sí, veo, pero esa es la foto típica que se hace todo el mundo aquí, mientras que en la que miras a cámara es más original.

- ¿Y por qué no tendría que querer una foto típica? ¿No puedo querer ser una postal? ¿O pensar que soy una visitante que se quiere llevar un recuerdo? ¿O...?

- Vale, vale, lo he pillado. Ve poniéndote en posición que voy enfocando.
¿Ya?

- Dispara. Y que se vea bien el azul del océano, ¿eh? Que resalte mi plumaje.

- Ya está, ¿te gusta?

- Perfecta. Gracias. Y ya sabes, la próxima vez avisa primero, y poso bien para la foto. ¡Hasta la próxima!

- ¡Nos vemos!


La gaviota coqueta regañando a la fotógrafa


La gaviota coqueta, con cara de mosqueo, poniendo su perfil bueno


La sierpe (20/04/2016)

 Ahí estaba ella. Delante de mi. Tomando el sol estaba.

Le pregunté si se había comido ya al elefante pero me contestó enfadada que nunca tuvo interés en parecer un sombrero, que los humanos nos ponemos demasiado imaginativos cuando queremos escribir algo que parezca interesante. Y que ella no comía elefantes porque en Siles no hay. Como mucho, ardillas y otros jugosos roedores. Además, no quería ser moelstada porque andaba perdida por las calles del pueblo y no sabía volver a campo abierto. Y en las calles asfaltadas una serpiente no tiene mucho sobre qué hincar el diente.

Le expliqué cómo volver al campo. Me dió las gracias y se fue.



Reposo en Santorini (20/09/2017)




El olor a sal llegaba hasta su mesa llevado por la suave brisa, y el azul que le rodeaba brillaba como una cesta de piedras preciosas: lapislázulis, turquesas, aguamarinas y zafiros. El cielo, el océano, los pintorescos tejados que recordaban a ciertas ciudades de oriente, como las de Marruecos o Túnez, y en ese mismo lugar en el que ahora estaba, el mantel, las sillas, los maceteros e incluso el pescado. Lo raro era que ella no estuviese vestida de azul, pero no era un color que le gustase demasiado.

Cuando era pequeño el hombre del sombrero soñaba con ser un aventurero y emular a Indiana Jones, no imaginaba que habría días de tranquilidad como ese. Nada que buscar, nada que hacer, sólo paz y sosiego… El ruido de las olas, las gaviotas intentando pescar algo para comer y los pescadores de la isla compartiendo suerte con aquellos enormes pájaros del Egeo.

Todo era perfecto. ¿Quién podría pensar que estaba sentado sobre un montón de piedra volcánica que en su día fue totalmente diferente a lo que es lo que hoy pisan sus pies?

Allí sentado observaba como la pared que delimitaba la isla caía en picado hacia el mar, y sobre ella se levantaba la ciudad blanquiazul. Y pensaba cómo sería su vida si decidiera quedarse allí para siempre abandonando sus, algunas veces peligrosas, aventuras. En algún momento, se dijo, habrá que pensar en la jubilación.



 Lunch in Santorini (Antonio Bernal, The man in the hat)

Los miserables. Una perspectiva propia de los personajes de Víctor Hugo (parte 1)

FANTINE Y VANJEAL El viajero dejó cansado las viejas botas junto a la cama. Estaba tan derrotado que cuando cayó sobre aquel mohoso colchón ...