26/05/2024

Identidad_1 (27/06/2006)

No sé cuando se me ocurrió la idea de nacer. Ni tan siquiera recuerdo el motivo de porqué decidí dejarme atrapar por la vida. Sólo sé que ahora, ya aquí, nada puedo hacer en contra. 

No me parece justo acabar la historia a medias, a pesar de no haber elegido estar aquí, no sería de humana corrección abandonar en mitad del partido. Hay que llegar al final.

Cuando llegué todo parecía natural y tenía un orden lógico. Nada más llegar sabía como respirar, como reaccionar, todo estaba en su sitio; fue después cuando perdí la forma y la naturaleza, cuando olvidé quién era y por qué estaba aquí. Fue entonces cuando todo empezó a hacerse extraño y ajeno. Nada me pertenecía. Todo paso a ser otro, un no-yo al que no encontraba sentido… 

Pero quizás esto no tenga sentido hasta que no llegue el momento mismo de la muerte y podamos ver todo tal y como ha quedado una vez ha sido el trabajo acabado hasta ese mismo momento; al igual que no ves todas las paredes de su color en un cubo de Rubick hasta que cada pieza está en su sitio, o que no puedas ver a película completa hasta que no se han montado los fotogramas.

Sólo entonces, quizás, pueda ver cual ha sido mi vida.

Decía un filósofo escocés que lo que somos es tan sólo la sucesión de imágenes que almacenamos en nosotros, una suma de imágenes que se quedan impresas en nuestra mente y que toman una forma determinada. Añade a esto el concepto de memoria y nos encontraremos, claramente, cara a cara con lo que somos. Con lo que somos y con lo que hacemos para ser lo que somos. De alguna manera somos lo que hacemos, o… de otra manera, lo que hacemos nos define; como también nos define aquello que no hacemos.

Nos define la elección, en el caso que fuese real que elegimos… Porque quizás no sea real la libertad de elección de la que tanto presumimos.

Elección es una bonita palabra, pero empiezo a pensar que es poco compatible con la vida, al igual que lo es que un río salte un muro, a menos que la lluvia lo ayude multiplicando sus aguas y sea capaz de ser más grande que el muro que interrumpe su fluir natural hacia el mar, o que se haga lo suficientemente pequeño para colarse por los agujeros en la piedra como nosotros algunas veces nos colamos por los agujeros de la vida hacia el mar.

No recuerdo el día en el que decidí estar aquí, pero a veces parece que han pasado mil años y entonces me encuentro cansada; mil años son muchos para seguir aquí. 

Aunque Nietzsche dijese que tenemos que echarnos nuestras vidas al hombro, y portarlas, y recocerlas con orgullo no quita que Sísifo baje todos los días la montaña con el dolor de espalda que le dejo subirla a la cima el día anterior.

Es verdad que quiero ser como una niña pequeña y ¡vivir!, pero mis jorobas de camello aún pesan demasiado, tanto, que me veo muy lejos de ser el león.

Casi preferiría ser Prometeo, es más fácil esperar día a día que un pajarraco cualquiera llegue para roerte el hígado mientras tienes las manos atadas a una pared, ¿o no? 

Nunca me quedó claro cual de los dos titanes tiene el porvenir más negro…. Tonterías. 

Creo que para disgusto de mi griego amigo vivían mejor los ciegos en su caverna, lejos de la  verdad, lejos de todo lo que pudiera mostrarles la realidad, porqué ¿quién quiere ver la realidad? Conocer es motivo de infelicidad. Conocer es ser conscientes de poder seguir aprendiendo, de seguir sabiendo lo que no sabes… Es ser conscientes  y la consciencia es el acto de dolor más grande de la existencia.

Porque para ser consciente del existir tienes que dolerte. 

La felicidad es una nube que oculta la realidad.


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