05/12/2024

Silencio

Silencio invisible me acompaña,

finita tranquilidad que se empaña

con la llegada de hordas tumultuosas

que recorren mis oídos  ruidosas.

Silencio, divino tesoro

que no es ya valioso el oro

sino tener lejos el ruido,

estruendo,

en esta sonora era construido.

Silencio, perdido silencio,

vacío para encontrarte sometido

en este loco mundo desordenado,

ruído,

impera el ruído.

No existe el paraíso prometido,

el manzano serpenteó a otro lugar,

mejor acogido,

donde poder en clave de sol madurar.

Silencio, perdido silencio,

silencio, divino silencio,

escuela de escuchar, silencio,

semilla del pensamiento, silencio.


El paraíso era un autobús

A J J Millás

El paraíso era un autobús de viajes breves.

Sus ojos brillantes, su sonrisa siempre a medias dibujaba ciudades desiertas y frondosos bosques. Su sonrisa, a medias siempre, pintaba rincones olvidados, calles iluminadas por  un sol que sólo ella conocía. En un mundo que sólo a ella pertenecía.

La mirada perdida en el cristal arrastraba gotas de agua desde nubes infinitas, desde nubes que se perdían en el gris que coloreaba el día.

En cada parada, nuevos personajes, nuevas vidas que colorear en su sueño. Nuevos sueños que construir con sus rostros, con sus manos, con ellos.

En cada semáforo nuevos colores.

El paraíso era un autobús,

al que subían personas

y del que bajaban

mil historias siempre nuevas.


Tiempo

Hojas caen de los árboles

Recordando que el tiempo pasa

Para todos los mortales

Que sus vidas míseras amasa


No cierres los ojos

No mires hacia atrás

Ese tic tac que escuchas

No va a parar.


Deja tus sueños a la vista

En un lugar por el rayo de las horas hendido

Al cual siempre puedes volver

Cuadro andes por tu senda perdido.


No lo pienses, no pares,

Por más que quieras el buen camino

Siempre te lleva hacia  delante


Pese a que el cocodrilo

Se comió el reloj

Siguen nuestras vidas pendiendo de un hilo

Y las parcas tranquilas esperan

A poder estrenarse con ellas


Recordar no alarga los minutos

Sólo detiene en ti el tiempo

Y cuando despiertas del ensueño

Ha pasado toda una vida

El tiempo no perdona


No lo pienses, no pares,

Por más que quieras el buen camino,

Siempre te lleva hacia  delante.




Él

Él había dejado una huella tan profunda que, al fin de la relación, ella no sabía que hacer con su vida.

Habían sido días de risas y de llantos, días de relax y de profundas disertaciones sobre lo humano y lo divino. Días de olvidar la hora de comer porque la cabeza volaba a otros lugares. Días de largos paseos por el parque. Días de lluvia refrescante y de negros nubarrones. Días que desaparecían en instantes.


También habían sido muchas noches. Noches de aventuras y desenfreno. De romanticismo y abrazos. De pasión y eternidad. De no dormir nada o no poder dormir hasta bien entrada la madrugada.


Y también habían sido mañanas de café compartido y olor a tostadas. De amaneceres luminosos. De cielos despejados. De rocío sobre las hojas de las plantas. 


Habían sido tantas cosas y todas tan diferentes que ahora no sabía qué hacer. Dónde ir. Con quién compartir. Cómo dormir. Simplemente, el vacío dejado no podía llenarse.

O, al menos, eso pensaba ella. 


Aquella mañana triste y solitaria echó a andar por las calles de la ciudad buscando algo que taponara ese vacío que sentía en el pecho. Daba vueltas a la idea, tópica por otro lado, de que "un clavo saca a otro clavo" pero ella no tenía tan claro; siempre, en el fondo, había sido una romántica de las que creían en el amor para toda la vida y se sentía mal tan sólo de pensar en meter en su cama a un desconocido y tener que empezar de cero. Volver a conocer, volver a mirar, volver a tocar, admirar lo que había fuera para llegar hasta lo que podía darle... ¡Qué dolor, qué pereza! 

Mas, por otro lado, pensaba que la vida estaba hecha de esos momentos en los que te enfrentas a tus propias convicciones y cambias, te das cuenta de que has estado equivocada y hay que sacarle a todo el máximo partido. 


Así que lo decidió sin pestañar. Tenía que ser allí y ahora. Además, él estaba al otro lado del escaparate, mirándola, haciéndole sentir algo que ya había sentido antes, ¿o no?


Respiró hondo. Empujó la puerta de cristal y se dirigió a su objetivo. Allí seguía. Esperando. Ella se acercó, lo tocó y lo supo. Era él. Así que pasó por caja para volver a casa y disfrutar de los nuevos cientos de páginas que tenía entre sus emocionadas manos.


La historia volvía a repetirse. Hay mujeres que siempre tropezamos en la misma piedra.


Edvard Munch - morning (1884) .JPG

 

04/12/2024

Profundo azul

Profunda serenidad azul

desmembrada en infinitas gotas,

guardas en tu seno el alimento

mientras sobre ti vigilan

para pescar ansiosas las gaviotas.


Son de húmeda vida,

de habitantes serenos,

que te agitas nerviosa

empujada por el travieso Eolo.

Tus blancos volantes,

de blanco encaje,

adornan un maravilloso paisaje

de luz y sal,

de agua y arena,

de lejanos horizontes

que proponen metas constantes.

 

Quién como Ulises

no ha pensado alguna vez atravesarte 

para buscar un imposible

y después volver a Ítaca.

 

Rompes el infinito de la tierra

con un hilo de fina plata

que te separa del otro azul profundo

que sin remedio te corona

al que una invisible mano cosió los astros

para que su brillo fuese único

como una joya inmensa

que ni tan siquiera

los más valeroso héroes

han sido capaces de portar.

 

Los cantos de sirenas te salvaron, 

a veces, 

de ser mancillada

pero el deseo de una vida “aventurada”

a Ulises hizo alejarse de las seguras arenas

arrojándose a ti.

Amante impetuosa,

parca de marineros,

cuna de náufragos,

gigante alimentada de sueños.


Ya no moriré joven

 “Si yo muriera muy joven, oigan esto:

nunca fui sino una criatura que jugaba.

(…)

Fui feliz porque no pedí ninguna cosa,

ni procuré hallar nada,

(...)”

Fernando Pessoa

Ya no moriré joven,

lo sabe Pessoa, 

las raíces están bajo la tierra

pero en el exterior no brotan flores

solo espinas.

No debía ser así

pero, así, de hecho, fue.

Para las flores es necesario el color,

y si no hay ni calor

nada bello puede nacer.

Ya no moriré joven

lo sabe Pessoa,

para ser joven hay que ser feliz

y para ser feliz, ignorante.

No quise ser nunca ignorante,

rechacé, sin saber bien lo que hacía, la felicidad,

después ya fue tarde.

Todo lo sabía.

Todo lo buscaba.

Yo, contradicción.

Preguntaba.

Todo lo quería.

Me perdía.

Todo se desvanecía.

Vanidad de vanidades.

Todo se desvanecía.




Soledad

Soledad pesas en el alma

Cuando no te deseo

Pesas en el alma y no consigo gobernar mi vida.

¿Por qué me persigues?

¿Por qué apareces cuando menos necesito de ti?

Soledad

Miedo

Vacío

Te siento

Pasas sobre mí

Como un negro cuervo

Que abre sus alas sobre mi cabeza

Para tapar la luz del sol que tanto necesito.

¿Qué haces conmigo?

¿Por qué me acompañas?

Sabes que no te quiero en  mi camino


Del amor y otros desvelos

 Del amor y otros desvelos

Tratan los cantos

De los poetas

De todos los tiempos

Yo ni canto ni me desvelo

No hay motivo ni razón

Para condenarme a morir

Por una tal pasión

Que nuble mi corazón

Y acartone mis sentidos

Dejadme del amor y sus cursilerías

Con las cuales desvarías 

Y dadme más raciocinio

Para ganar mi dominio

Mi sentido y mi razón


No es el amor mi desvelo,

¿Será que el corazón tengo de hielo?


Levantando el vuelo (13/10/08)

Un buen día decidió que volar no debía ser tan difícil.  Cuando la crearon le dieron como regalo dos alas, una a cada lado, que no sólo le p...