Profunda serenidad azul
desmembrada en infinitas gotas,
guardas en tu seno el alimento
mientras sobre ti vigilan
para pescar ansiosas las gaviotas.
Son de húmeda vida,
de habitantes serenos,
que te agitas nerviosa
empujada por el travieso Eolo.
Tus blancos volantes,
de blanco encaje,
adornan un maravilloso paisaje
de luz y sal,
de agua y arena,
de lejanos horizontes
que proponen metas constantes.
Quién como Ulises
no ha pensado alguna vez atravesarte
para buscar un imposible
y después volver a Ítaca.
Rompes el infinito de la tierra
con un hilo de fina plata
que te separa del otro azul profundo
que sin remedio te corona
al que una invisible mano cosió los astros
para que su brillo fuese único
como una joya inmensa
que ni tan siquiera
los más valeroso héroes
han sido capaces de portar.
Los cantos de sirenas te salvaron,
a veces,
de ser mancillada
pero el deseo de una vida “aventurada”
a Ulises hizo alejarse de las seguras arenas
arrojándose a ti.
Amante impetuosa,
parca de marineros,
cuna de náufragos,
gigante alimentada de sueños.
No hay comentarios:
Publicar un comentario