28/03/2024

A Rodin (05/05/1996)



Desde la oscuridad profunda del frío metal nace el eterno movimiento del que quiere escapar de la quietud de la vida.

Ese es el espíritu del artista. 

El trabajo de Rodin nos muestra un alma inquieta, un huracán de sentimientos que quieren salir a la superficie y gritar a la humanidad la existencia de una vida interior inigualable y preciosa a los ojos del arte.

Sus esculturas no son sólo trozos de metal con formas que nos resultan más o menos estéticas.  No. Sus esculturas son un grito a la libertad, un grito a su propio sentir; quiere hacer ver a la sociedad que su historia es obsoleta y aburrida. Rodin quiere emprender la marcha a través de sus manos, quiere escribir historias sin papel ni plumas, quiere transmitir poesía sin hacer versos, quiere la violencia de las formas sin hacer daño,… quiere la revolución sin empuñar las armas; fijémonos sino en “Los burgueses de Calais” el reflejo de la sociedad hastiada, de la rebelión social,…

“Eva, El beso, Soy bella”, entre otras, son el reflejo de la sensualidad en sus barrocos movimientos, de las sugerentes formas que impresionan al ser observados.

La obra de Rodin nace para cantar al ser humano todo aquello que se le ha prohibido oír, para hacer ver toda la belleza de lo que siempre se encuentra escondido, y para hacerle sentir que el ser humano no avanza si se le prohíbe el movimiento; y que es este el que hace que todos los seres podamos entendernos.

¿¡Qué son nuestras expresiones sino los movimientos del alma!?

Rodin lo sabía, nos lo mostró  y no fue comprendido.




El tiempo todo lo borra (01/02/06) -microrrelato-

 Dicen que el tiempo lo borra todo…

…pero ella intentaba aferrarse a los recuerdos que la mantenían viva. No sabía cuando había sido la última vez que salió de casa. En otros tiempos su vida había sido un no parar. De un lado a otro, ciudad tras ciudad, país tras país, queriendo vivir con él todo lo que ella por sí sola no podía.

Sobre su piel las marcas de todas las aventuras que habían vivido juntos.

Ahora sólo quedaban recuerdos que se hundían en la niebla, poco a poco, al igual que su borrosa figura hundiéndose en el fondo de aquel cajón del cual no volvería a salir.

“No te quejes” –le decían sus compañeros de oscuridad-, “para ser una simple mochila tienes mucho mundo".




El gran error (diálogo de ángeles) (26/12/03)


  • ¡Qué desastre! No lo entiendo.
  • Yo, tampoco.
  • Se les ha dado de todo y ¡míralos! Los monos aprovechan mejor sus recursos que ellos.
  • Y que lo digas.
  • Yo haría miles de cosas con la mitad de lo que ellos tienen.
  • Ya ves.
  • Y son los favoritos del jefe, ¿tú lo entiendes?
  • Pues no, la verdad. Pero, ¿quién entiende al jefe?
  • Shhh, calla, a ver si nos van a castigar.
  • Pero es verdad, ¿quién lo entiende? ¿Quién crea un paraíso y coloca en él a un bicho como este? Porque reconoce que los humanos son como un puñetero castigo, como un grano en el culo.
  • También tienen cosas buenas. Los hay que saben aprovechar lo que tienen e incluso se las apañan cuando les faltan recursos. Reconoce que muchos de ellos se merecen ese paraíso.
  • Lo que tú digas. Creo que el jefe es demasiado blando a veces. Que si hay que darles otra oportunidad, que si habiendo un solo justo aún hay esperanza, y bla bla bla. Es absurdo. Si hay un solo justo sálvalo a él y acaba con los demás… Total ¡para lo que se iba a perder!
  • Eres demasiado radical, eso te va a traer problemas como sigas así.
  • Y tú eres demasiado pusilánime y confiado. Nunca dudas de nada de lo que el jefe hace o deshace. ¿Y si se equivocara?
  • Piensas demasiado.
  • Y tú demasiado poco.
  • ¿Para qué voy a pensar?, eso sólo trae problemas. Míralos, ellos piensan, ¿y qué consiguen? ¡Sufrir! Los que más piensan son los que más sufren. Dedícate a observar y vivir, no a pensar. Déjale eso al jefe.
  • Pero, entonces, ¿para qué nos ha dado esa capacidad? ¿Para qué ha compartido ese don con nosotros y con ellos? Si no quisiera que pensáramos… Si no lo quisiera, ¡no nos habría dado este don! No haces regalos si no quieres que el que los recibe los disfrute. ¡Sería absurdo!
  • Un día de estos te buscarás un problema por hablar así. Ya lo verás.
  • Pues ya veremos qué pasa cuando llegue ese día; pero mientras no exista ninguna norma que me prohíba decir lo que pienso, no me callaré. Estoy harto de ver como esos malditos monos destruyen todo a su paso y nosotros lo único que podemos hacer es mirar y esperar…
  • ¿Esperar qué?
  • Pues yo espero que el jefe despierte uno de estos días con el pie izquierdo y lo barra todo de una vez… y si no todo, al menos a ellos… ¡monstruitos ruidosos y malcriados! Querían libertad, se les dio y ahora se dejan esclavizar por cualquier cosa, desde el fútbol a la política. Querían saber, comieron de la manzana y qué hacen… dejarse enganchar por la televisión. Querían poder soñar y se chutan a base de realidades artificiales… ¿Quieres que siga? Son una constante decepción.
  • Pero no todos lo son. No puedes juzgar el todo por sólo una parte. No puedes ser tan injusto con…
  • “¿Por qué no?”, le interrumpió su amigo. “¿Por qué no? Ellos lo hacen constantemente… Una persona puede hacer un millón de cosas buenas, pero como haga una sola mala, como cometa una sola equivocación… se le recordará por ella. No son justos, no son equitativos… son como niños pequeños. Lloran porque han roto sus juguetes  y cuando les das algo nuevo lo vuelven a romper”
  • Bueno, pues mira todas esas cosas buenas que han sido capaces de inventar, desarrollar o descubrir.
  • Ya. Cosas que supuestamente mejorarían sus vidas y convirtieron en armas, o que los esclavizaron. Inventan el coche para acercar distancias, ahora lo usan hasta para ir al baño y pusieron de moda los gimnasios para contrarrestar el uso de los vehículos. ¡Cosas de la civilización! Descubrieron la energía atómica, un gran paso para la humanidad, una gran bomba para Hiroshima y Nagasaki. Descubrieron un mineral para hacer más ligeras las baterías de los móviles y consiguieron colocar nuevas cadenas al pueblo africano… Por cada cosa buena, ellos descubren la mala y la explotan al máximo.
  • Todos nos equivocamos.
  • Eso está claro, cada vez más. Hasta el jefe se equivoca. Esas criaturas son su gran error.
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En ese desdichado momento, el jefe pasaba por allí y los oyó. El resto de la historia ya la conocéis. A uno de nuestros amigos lo desterraron  y al otro lo nombraron jefe de los mensajeros del cielo.

Alma que aspira (30/09/2006)

Ella es un ente con aspiraciones de genio que no pasa de ser una mente mediocre con deseos de tocar el Olimpo con la yema de los dedos, que, además, vive encerrado en un cuerpo que odia, en una sociedad que no entiende y que respira un aire que le ahoga.

Día tras día se levanta con la ilusión de que todo cambie, con la ilusión de ser capaz de romper el velo que le envuelve y correr, correr, correr, sin destino, sin tiempo, sin nadie que le siga.

Quiere exprimir su corazón que siente rebosante de emociones, de sentimientos, de vida,… y que no puede compartir con nadie, porque no hay nadie que pueda entender todo aquello que su corazón encierra.

Había alguien.

Pero murió.

Ese alguien murió el día que descubrió que podía ocultar sus deseos de genio en ese gran tumulto al que llamamos sociedad. Apagó sus deseos, pero no por ello dejó de desear.

Sufría más.

No lo soportaba, pero era parte de la sociedad y eso le consolaba. Ahora había quedado ciega,… y no veía al otro genio que había nacido de ella y que no quería dejarse atrapar, no así.

No le habían enseñado a vivir agachando la cabeza y escuchando por doquier lo que tenía que hacer.   No es soportable que te aten las alas cuando has crecido fuera de la jaula, y las alas han crecido tanto, tanto, que te llevarían a cualquier parte  en poco minutos.

La luna parece que está tan cerca cuando la miras desde la ventana que  hace pensar que todo en la vida va a ser tan fácil como sacar la mano por esa ventana y cogerla.

Coger la luna.

Ser feliz.

Salir de este encierro que le está matando. Que está reventando un corazón que palpita sin saber por qué.  Es extraño pensar que el corazón siga palpitando cuando la mente le exige que pare porque no encuentra los motivos suficientes para soportar ese interminable golpeteo en el pecho. Un pecho que acaba doliendo de soportar unos golpes que la mente ni comprende ni llegará a comprender. Porque ni siquiera aquellos que consiguen comprender el sentido de ese golpeteo rítmico que día tras día nos hace estar vivos y que algunos desean detener para no despertar al día siguiente y tener que  ver lo mismo de ayer, de antes de ayer… Para no ver que la vida estaba perdida antes de que empezara a ser vivida, antes de que empezara a ser destruida. Antes de que, simplemente, empezará.

Porque una cosa es cierta, empezar es firmar un compromiso con el continuar, y finalmente con el acabar. Pero no se nos pregunta, nadie nos pregunta si queremos empezar. Alguien firma por nosotros el contrato con la vida y se nos exige que estemos a bien con ella. Se nos exige que sigamos con ese contrato que un día alguien firmó por nosotros… ¿Y que no podemos deshacer?

La luna sigue estando muy alta para poder cogerla con las manos. Y ella sigue queriendo huir de sí.

Y yo sigo queriendo huir de mí.



Los miserables. Una perspectiva propia de los personajes de Víctor Hugo (parte 1)

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