28/03/2024

El gran error (diálogo de ángeles) (26/12/03)


  • ¡Qué desastre! No lo entiendo.
  • Yo, tampoco.
  • Se les ha dado de todo y ¡míralos! Los monos aprovechan mejor sus recursos que ellos.
  • Y que lo digas.
  • Yo haría miles de cosas con la mitad de lo que ellos tienen.
  • Ya ves.
  • Y son los favoritos del jefe, ¿tú lo entiendes?
  • Pues no, la verdad. Pero, ¿quién entiende al jefe?
  • Shhh, calla, a ver si nos van a castigar.
  • Pero es verdad, ¿quién lo entiende? ¿Quién crea un paraíso y coloca en él a un bicho como este? Porque reconoce que los humanos son como un puñetero castigo, como un grano en el culo.
  • También tienen cosas buenas. Los hay que saben aprovechar lo que tienen e incluso se las apañan cuando les faltan recursos. Reconoce que muchos de ellos se merecen ese paraíso.
  • Lo que tú digas. Creo que el jefe es demasiado blando a veces. Que si hay que darles otra oportunidad, que si habiendo un solo justo aún hay esperanza, y bla bla bla. Es absurdo. Si hay un solo justo sálvalo a él y acaba con los demás… Total ¡para lo que se iba a perder!
  • Eres demasiado radical, eso te va a traer problemas como sigas así.
  • Y tú eres demasiado pusilánime y confiado. Nunca dudas de nada de lo que el jefe hace o deshace. ¿Y si se equivocara?
  • Piensas demasiado.
  • Y tú demasiado poco.
  • ¿Para qué voy a pensar?, eso sólo trae problemas. Míralos, ellos piensan, ¿y qué consiguen? ¡Sufrir! Los que más piensan son los que más sufren. Dedícate a observar y vivir, no a pensar. Déjale eso al jefe.
  • Pero, entonces, ¿para qué nos ha dado esa capacidad? ¿Para qué ha compartido ese don con nosotros y con ellos? Si no quisiera que pensáramos… Si no lo quisiera, ¡no nos habría dado este don! No haces regalos si no quieres que el que los recibe los disfrute. ¡Sería absurdo!
  • Un día de estos te buscarás un problema por hablar así. Ya lo verás.
  • Pues ya veremos qué pasa cuando llegue ese día; pero mientras no exista ninguna norma que me prohíba decir lo que pienso, no me callaré. Estoy harto de ver como esos malditos monos destruyen todo a su paso y nosotros lo único que podemos hacer es mirar y esperar…
  • ¿Esperar qué?
  • Pues yo espero que el jefe despierte uno de estos días con el pie izquierdo y lo barra todo de una vez… y si no todo, al menos a ellos… ¡monstruitos ruidosos y malcriados! Querían libertad, se les dio y ahora se dejan esclavizar por cualquier cosa, desde el fútbol a la política. Querían saber, comieron de la manzana y qué hacen… dejarse enganchar por la televisión. Querían poder soñar y se chutan a base de realidades artificiales… ¿Quieres que siga? Son una constante decepción.
  • Pero no todos lo son. No puedes juzgar el todo por sólo una parte. No puedes ser tan injusto con…
  • “¿Por qué no?”, le interrumpió su amigo. “¿Por qué no? Ellos lo hacen constantemente… Una persona puede hacer un millón de cosas buenas, pero como haga una sola mala, como cometa una sola equivocación… se le recordará por ella. No son justos, no son equitativos… son como niños pequeños. Lloran porque han roto sus juguetes  y cuando les das algo nuevo lo vuelven a romper”
  • Bueno, pues mira todas esas cosas buenas que han sido capaces de inventar, desarrollar o descubrir.
  • Ya. Cosas que supuestamente mejorarían sus vidas y convirtieron en armas, o que los esclavizaron. Inventan el coche para acercar distancias, ahora lo usan hasta para ir al baño y pusieron de moda los gimnasios para contrarrestar el uso de los vehículos. ¡Cosas de la civilización! Descubrieron la energía atómica, un gran paso para la humanidad, una gran bomba para Hiroshima y Nagasaki. Descubrieron un mineral para hacer más ligeras las baterías de los móviles y consiguieron colocar nuevas cadenas al pueblo africano… Por cada cosa buena, ellos descubren la mala y la explotan al máximo.
  • Todos nos equivocamos.
  • Eso está claro, cada vez más. Hasta el jefe se equivoca. Esas criaturas son su gran error.
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En ese desdichado momento, el jefe pasaba por allí y los oyó. El resto de la historia ya la conocéis. A uno de nuestros amigos lo desterraron  y al otro lo nombraron jefe de los mensajeros del cielo.

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