28/03/2024

Alma que aspira (30/09/2006)

Ella es un ente con aspiraciones de genio que no pasa de ser una mente mediocre con deseos de tocar el Olimpo con la yema de los dedos, que, además, vive encerrado en un cuerpo que odia, en una sociedad que no entiende y que respira un aire que le ahoga.

Día tras día se levanta con la ilusión de que todo cambie, con la ilusión de ser capaz de romper el velo que le envuelve y correr, correr, correr, sin destino, sin tiempo, sin nadie que le siga.

Quiere exprimir su corazón que siente rebosante de emociones, de sentimientos, de vida,… y que no puede compartir con nadie, porque no hay nadie que pueda entender todo aquello que su corazón encierra.

Había alguien.

Pero murió.

Ese alguien murió el día que descubrió que podía ocultar sus deseos de genio en ese gran tumulto al que llamamos sociedad. Apagó sus deseos, pero no por ello dejó de desear.

Sufría más.

No lo soportaba, pero era parte de la sociedad y eso le consolaba. Ahora había quedado ciega,… y no veía al otro genio que había nacido de ella y que no quería dejarse atrapar, no así.

No le habían enseñado a vivir agachando la cabeza y escuchando por doquier lo que tenía que hacer.   No es soportable que te aten las alas cuando has crecido fuera de la jaula, y las alas han crecido tanto, tanto, que te llevarían a cualquier parte  en poco minutos.

La luna parece que está tan cerca cuando la miras desde la ventana que  hace pensar que todo en la vida va a ser tan fácil como sacar la mano por esa ventana y cogerla.

Coger la luna.

Ser feliz.

Salir de este encierro que le está matando. Que está reventando un corazón que palpita sin saber por qué.  Es extraño pensar que el corazón siga palpitando cuando la mente le exige que pare porque no encuentra los motivos suficientes para soportar ese interminable golpeteo en el pecho. Un pecho que acaba doliendo de soportar unos golpes que la mente ni comprende ni llegará a comprender. Porque ni siquiera aquellos que consiguen comprender el sentido de ese golpeteo rítmico que día tras día nos hace estar vivos y que algunos desean detener para no despertar al día siguiente y tener que  ver lo mismo de ayer, de antes de ayer… Para no ver que la vida estaba perdida antes de que empezara a ser vivida, antes de que empezara a ser destruida. Antes de que, simplemente, empezará.

Porque una cosa es cierta, empezar es firmar un compromiso con el continuar, y finalmente con el acabar. Pero no se nos pregunta, nadie nos pregunta si queremos empezar. Alguien firma por nosotros el contrato con la vida y se nos exige que estemos a bien con ella. Se nos exige que sigamos con ese contrato que un día alguien firmó por nosotros… ¿Y que no podemos deshacer?

La luna sigue estando muy alta para poder cogerla con las manos. Y ella sigue queriendo huir de sí.

Y yo sigo queriendo huir de mí.



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