Eponine, ¿amor o revolución?
Eponine se enamoró de Marius durante su primera conversación. Se cruzaron en la vieja escalera del edificio y ella observó al nuevo vecino. Lo saludó. Él se paró a charlar y a conocer algo sobre la vecindad. Charla primera e insustancial que sería seguida por otras muchas.
Marius era un joven burgués revolucionario, pero un revolucionario de los de verdad. No sólo de palabra, como algunos de sus compañeros de sangre roja y negra. Marius creía firmemente en un nuevo orden sin jerarquías, sin poderes, sin opresión. Sólo hermandad y justicia.
Eponine quedó embelesada con sus palabras. Hija de dos miserables mesoneros tramposos no conocía el amor por la verdad como él se lo mostraba. Ella lo miraba fijamente mientras él hablaba y él vio en sus ojos que entendía lo que le decía.
Aunque Eponine no había tenido una correcta educación, era una muchacha inteligente y le gustaba saber, escuchaba y leía todo lo que podía y después lo rumiaba todo en su cabeza, sacando sus propias conclusiones y analizando la realidad que la envolvía.
Aprendió sobre la revolución, sobre la política de los monarcas, sobre la iglesia, sobre la calle, sobre la miseria, sobre la riqueza, sobre el hambre… No sólo el hambre de pan, sino el hambre de libertad. Aprendió que no siempre la justicia está de parte de quien debería ni el poder en manos de quien sabe manejarlo para el bien del pueblo.
Con Marius descubrió un mundo nuevo que nunca había imaginado. Ella misma pensó que podría, como Marius y sus amigos, arengar al pueblo en las calles; quizá así también las mujeres se sintieran identificadas con una lucha que siempre había sido cosa de los hombres. Pero, ¿por qué?
¿Quién quedaba en las ciudades cuidando de todo y manteniendo todo en pie para la vuelta de los hombres tras la revolución? ¿Quién quedaba en los pueblos y aldeas para cuidar de los hijos y las hijas a los que se entregaría el nuevo mañana tras la batalla?
Las mujeres también debían saber, debían participar conscientemente de algo de lo que ya participaban sin saber y había que darles la opción de elegir si querían participar desde la retaguardia o desde el interior del tornado que cambiaría la faz de la tierra para entregarla a los miserables.
Sólo existía un problema, la lucha requería sacrificio y empeño. Así que, por un lado estaba la revolución y por otro Marius. ¿Podría estar en el amor y la revolución?
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