10/06/2024

Los miserables. Una perspectiva propia de los personajes de Víctor Hugo (parte 1)

FANTINE Y VANJEAL

El viajero dejó cansado las viejas botas junto a la cama. Estaba tan derrotado que cuando cayó sobre aquel mohoso colchón no tardó más de unos segundos en quedarse dormido.

El día había sido muy largo y el sol cruel. Desde muy temprano en la mañana el calor había apretado contra su cabeza y le había acompañado a lo largo del camino. Había andado todo el día, había hecho una promesa  debía llegar a destino en la fecha acordada sino su esfuerzo no serviría para nada.

Ella estaba muriéndose y lo único que quería era ver a su hija por última vez, así que el alcalde le había dado una carta, dinero y una dirección. En tres días debía ir a casa de los Thénardier, recuperar a Cosette y devolverla a su madre. Pero ahora le tocaba dormir unas horas para reponer fuerzas y proseguir con su misión.

El sueño fue más agitado que reparador y a la mañana siguiente volvió a emprender su camino sin pensarlo dos veces. Había soñado que la familia Thénardier no le pondría fácil que le arrebataran un objeto de ingresos como era esa niña a la que estaban criando desde que su madre la dejara allí y fuera a otra ciudad buscando trabajo.

Al llegar a X se dio cuenta que su sueño no estaba tan errado. Los Thénardier no querían dejar a la niña ir porque había estado enferma y el dinero que le ofrecía el mensajero no era suficiente para cubrir todos los gastos. Gracias a Dios, el alcalde le dio suficiente dinero para poder comerciar con aquellas ratas de mesón y pudo ofrecer más dinero a cambio de la criatura hasta tal punto que cuando acabó el regateo, casi no le quedaba dinero para la vuelta; pero lo consiguió, como le había prometido al alcalde y a Fantine.

En el mismo momento en que la niña preparó su pequeño hatillo y cogió su vieja muñeca, el mensajero y Cosette tomaron el camino hacia Y. Sólo hacia falta que Fantine aguantara y pudiera ver a su hija antes de morir.

En el camino el mensajero contaba a Cosette cosas sobre su madre y cómo ésta había trabajado incansablemente para darle una buena vida, y ahora había llegado el momento de que las dos estuviesen juntas y viviesen felices.

Cosette estaba feliz y el camino de regreso a los brazos de Fantine se le hacía interminablemente largo. Mientras, en Y, Fantine bañada en fiebre se debatía entre la vida y la muerte, agarrándose a la esperanza de poder ver a su niña antes de sentarse a la vera de Dios.

Valjean cogía su mano fría y sudorosa y rezaba como nunca antes lo había hecho. Su vida miserable había encontrado un rayo de esperanza en esa joven trabajadora de su taller que ante todos los golpes de la vida había sabido recuperarse. Ella había sido para él una inspiración y la quería a su lado, aunque nunca se lo dijo. Y ahora parecía tarde. ¿Dónde se había metido ese maldito mensajero? El tiempo pasaba veloz y  no había señales del muchacho y la pequeña Cosette.

Pasó la tercera noche y la esperanza parecía totalmente perdida cuando la puerta de la habitación se abrió y apareció una pequeña rubia con la cara sucia, mirando hacia el interior de la habitación con miedo y curiosidad; en ese momento Fantine, arrebatada por un presentimiento extraño miró a su vez hacia la puerta entornada y la vio. Sus ojos sin brillo, moribundos, tornaron a un vivo color y sus mejillas se enrojecieron, por un momento la vida volvió a Fantine.

Cosette se acercó a su madre y la abrazó. Fantine suspiró con fuerza y Valjean y el mensajero lloraban. En ese momento el universo parecía estar en orden y calma, como nunca antes lo había estado. Tal felicidad lo inundó todo.

Esa noche Fantine y Cosette durmieron abrazadas. Valjean seguía rezando, sin saber por qué o si serviría para algo.

Los días siguieron pasando y contra todo pronóstico Fantine se recuperaba, los colores volvieron, las fuerzas se renovaron, las fiebres desaparecieron, y Valjean decidió hacer lo que debió mucho tiempo antes. Pidió a Fantine formar con ella una familia, la que él nunca había tenido y tantos años de cárcel le habían impedido.

El alcalde ya no estaría solo, Fantine ya no estaría sola y Cosette no sólo recuperaría a su madre sino que ganaría un padre.

¿Podría existir un final mejor?




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